En 1839, el Presidente Flores, trae del Perú una matrona obstetríz, la Sra. Cipriana Dueñas de Casaneuve, esposa de un ilustre francés, se abre la primera Escuela de obstetrices el día 12 de abril en la ciudad de Quito, en una casa que había sido cuartel y que estaba localizada entre las calles
que hoy se llaman Espejo y Flores, frente a las Monjas de Santa Catalina. En el decreto de fundación, el Estado establece becas de cien pesos paras las estudiantes.
Años más tarde, seguramente por causas financieras, esta Escuela se cierra y es el Presidente Vicente Ramón Roca quien la reabre. Se acepta los desinteresados servicios del Dr. Juan de Acevedo, quien “hará demostraciones sobre el arte de partear”.